Jornada 8. Gerald contra el mundo (63)


Mientras caminaba por los pasillos del hotel recordó que a su plan le faltaba un detalle. Pensó durante un minuto cómo solucionarlo y sonrió al encontrar la respuesta. Cogió su teléfono móvil, buscó en la agenda y marcó un número.

En el tiempo que tardó en llegar al despacho de Pep había solucionado el problema y conseguido una especie de nuevo aliado para su plan. Todavía había demasiados cabos sueltos pero el tiempo era un enemigo al que nunca había podido vencer, y era consciente de que hasta el plan más detallado y minucioso podía y solía fallar.

Tocó en la puerta del despacho de Pep y esperó a que éste diera el visto bueno. Al entrar vio que seguía acompañado del jefe de seguridad del establecimiento, Carlos, que no parecía estar muy contento con la situación en los otros hoteles.

-Hola Pep –saludó Gerald- Si he subido es simplemente para hablar contigo cara a cara.

-Y yo te lo agradezco –respondió Pep- La situación ha ido a peor. Apenas queda nadie vivo en el Palace. Es imperativo que nos prestes el helicóptero que tienes en el yate.

Gerald no hizo gesto alguno de querer sentarse.

-Respecto a eso me temo que la respuesta es no –dijo Gerald bajando la mirada- Lo que me planteas es demasiado peligroso.

-Tu piloto sólo ha de hacer un par de recorridos y recoger a un par de personas –dijo Pep que no ocultaba su enfado- Será menos de una hora.

-El problema no es ese –señaló Gerald- ¿No has pensado en que le podrían derribar? ¿Y entonces qué?

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