Gerald entró acompañado de Carlos en el despacho de Pep que les saludó con la mano mientras parecía hablar por teléfono.
-Dame un momento –le dijo a su interlocutor- Te pongo en manos libres.
Colgó el teléfono en su base mientras activaba el altavoz.
-Estoy con mi jefe de seguridad, Carlos y con un veterano experto en el tema zombi, Gerald –dijo a modo de introducción- Estoy hablando con el director del Palace, Thomas. Están teniendo problemas de no-personas.
Gerald se sirvió una copa y se sentó en el sillón.
-Zombis, por favor, o no-muertos, o cuerpos-sin-vida-ambulantes –le sugirió Gerald- No seamos políticamente correctos. ¿Han seguido los protocolos?
-El problema se está dando en todos los hoteles –le informó Pep- Los zombis están apareciendo como por arte de magia.
-La magia no existe –le corrigió Gerald- Pero no se lo digas a mis sobrinos- Seguro que han cometido algún error en algún momento.
-Hemos seguido los protocolos al pie de la letra –dijo Thomas al otro lado del teléfono con voz molesta por dudar de su profesionalidad- La mayoría de los clientes regresaron enseguida en cuanto se dio la alerta y los más retrasados fueron puestos en cuarentena.
-Seguro que no se respetó la cuarentena –insistió Gerald- Suele pasar. Sólo somos humanos. Y los cadáveres ambulantes se aprovechan de ello.
-Los clientes estuvieron una semana en cuarentena –insistió Thomas- Alguno estaba infectado y se detectó. Hicimos pruebas a todo el mundo y dieron negativo. No había zombis dentro del hotel.
-Pero sin embargo dice que tienen problemas de plaga así que… La navaja de Ockham, la respuesta más sencilla suele ser la correcta –insistió a su vez Gerald- Y, ¿exactamente cuál es el problema?
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