Carlos miró a los guardaespaldas con cierta resignación. Como si fueran una molestia necesaria pero que hacía que su trabajo fuera más duro.
-¿Algún problema? –Preguntó finalmente con cierto aire de esperar a que alguien dijera que sí.
-No, todo bien –dijo Gerald sonriendo y mirando a ‘sierra’- ¿verdad querida amiga?
‘sierra’ asintió con la cabeza mientras se masajeaba el dolorido cuello.
-Todos somos amigos aquí dentro –siguió hablando Gerald- Tratando de pasar el tiempo hasta que vengan a salvarnos.
Carlos no ocultó su incredulidad pero decidió que no valía la pena indagar más en el asunto.
-Pep quiere hablar con usted –dijo mirando a Gerald- Si ha acabado de pasarlo bien.
Gerald asintió y cogió su toalla. Se puso en cuclillas al pasar al lado de ‘sierra’.
-Ya le informaré de qué quiero a cambio de librarles de su problema –dijo en un susurro- Y de lo que necesito.
La cara de ‘sierra’ era un poema y sus ojos siguieron al informático mientras éste abandonaba la piscina sonriendo y bromeando con el jefe de seguridad.
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