Jornada 8. Gerald contra el mundo (30)


Cerró los puños de impotencia, y luego se fijó en que Pep se había sentado detrás de su mesa de trabajo y le estaba esperando.

-Lo siento –se disculpó Gerald mientras tomaba asiento en un sillón amplio que había en el despacho y que seguramente le servía para hacer la siesta al director del hotel- Demasiadas cosas en la cabeza. Bueno, ¿qué sabes de lo que está pasando?

-Lo que veo por la televisión –respondió Pep buscando el mando y encendiendo el aparato que en aquellos momentos mostraba diversas imágenes de una de las calles de la ciudad llena de zombis-, o la radio que también emite intermitentemente. Los militares han comenzado a patrullar la ciudad pero no parecen estar interesados en acabar con los zombis. Y desde la península ya parecen haber olvidado el tema; el gobierno no dice nada, y los periodistas no preguntan. No se quieren meter en problemas. Parecen que nos han abandonado a nuestra suerte… o ni eso. He oído disparos de vez en cuando y al parecer no es para matar zombis, sino para impedir que la gente salga de sus calles.

El rostro de Gerald mostró preocupación. Era todavía peor de lo que había imaginado. Estaban en una jaula, y ya no tenía dudas que todo aquello no había sido una casualidad. Ahora la pregunta era si todo aquello tenía algo que ver con él o le había tocado estar en el lugar menos adecuado en el peor momento.

-¿Qué sabes de los zombis? –Siguió preguntando Gerald sin añadir nada a la conversación.

-Están por toda la ciudad –respondió Pep- No parecen tener preferencias, van deambulando por las calles como si estuvieran vigilándolas… esperando… Por delante del hotel han ido pasando grupos de no-muertos pero todavía no hemos tenido problemas con ellos. No nos prestan mucha atención… y si lo hacen estaremos preparados.

-Pero, ¿has oído algo sobre su comportamiento? ¿Qué sean… diferentes? –Insistió Gerald.

Pep negó con la cabeza.