Con un movimiento rápido Gerald quitó la llave del contacto ante la sorpresa de Sarah y del resto de ocupantes del vehículo.
-Vale, y antes de irnos me vas a decir cómo sabías dónde estábamos –dijo Gerald haciendo sonar las llaves en su mano.
-Sabes que puedo arrancar el coche sin necesidad de las llaves, ¿verdad? –Respondió Sarah tranquilamente.
-Y yo puedo ser un incordio –respondió a su vez Gerald- Así que, venga, ¿cómo sabías dónde encontrarnos?
Sarah resopló y señaló una pantalla en el salpicadero.
-Un localizador –respondió -¿Ya estás contento? ¿Ya podemos irnos? ¿Sabías que ha habido una plaga de zombis en la isla y que recorren las calles tranquilamente?
-Sí, sí, sí, zombis, ya los he visto, no son gran cosa la verdad –respondió Gerald mirando por la ventanilla- ¿Qué localizador? ¿Dónde está? ¿Quién lo tiene? ¿De dónde ha salido?
-Por eso nunca te has casado –dijo Sarah- Eres un viejo verde repelente y cascarrabias.
-No me dices nada nuevo –respondió Gerald poniendo una sonrisa en su rostro y mostrando las llaves teatralmente- Si las quieres tendrás que ser más precisa.