-Supongo que sería pedir demasiado que el noble ejército español nos de asilo temporalmente –dijo voz en grito sin dirigirse a ninguno de los soldados en particular.
Uno de los soldados se limitó a negar con la cabeza. Otro se dignó a contestar.
-Lo siento, pero tenemos nuestras órdenes –se excusó- Observar pero no participar.
-Mal rayo os parta –dijo entre dientes Gerald- ¡Sois unos miserables y unos cobardes! Eso de las órdenes es una excusa barata en la que esconderos. Todos estos años cobrando como millonarios y ahora que se os pide algo a cambio nos giráis la cara.
-Lárgate corriendo gordo seboso –le insultó un soldado- No sea que le haga un favor a los zombis y te dispare a las piernas. Seguro que se entretendrían contigo durante varias horas.
-Jodidos cobardes –volvió a gritar Gerald- Ahora os vais a enterar de cómo me las gasto.
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