Mientras tanto, unas horas antes, el sargento y Alex entraban en la ruta de escape que pasaba por un torrente cercano al bosque de Bellver y que acababa en una dársena al lado del Paseo Marítimo.
-¿Y dices que cuando llueve este camino sigue siendo funcional? –Preguntó Alex incrédulo.
-Hay unas barreras más arriba que se levantan y desvían el agua hacia unas canalizaciones para que no se acumule, en cuestión de minutos el torrente está listo para ser transitado mientras el agua sigue recorriendo la cuesta a través de dichas canalizaciones.
-Joder con el ejército y sus secretitos –respondió Alex pensativo.
Luego se quedó en silencio durante unos minutos mientras miraba de reojo hacia atrás de vez en cuando. El torrente pasaba a ser subterráneo y discurría por debajo de la ciudad y la única luz la proporcionaba el humvee.
-¿Crees que les rescatarán? –Preguntó finalmente con tono de preocupación.
-Conociendo a Ibáñez, seguro –respondió el sargento- Mientras crea que estamos entre los supervivientes no habrá Dios que le pare y trate de capturarnos.
-Ya, pero… ¿qué pasará una vez que descubra que no estamos entre los supervivientes del castillo?
-Ufff… -el sargento se quedó unos segundos en silencio sopesando su respuesta- Dependerá también del Alto Mando, una cosa es un inspector, pero un comisario… es más complicado hacerle desaparecer así como así… Aunque no las tengo todas conmigo. Si Ibáñez sospecha que tu comisario nos ha ayudado a escapar…
-Bueno, el resto de supervivientes corroborarán su historia –señaló Alex- Nunca estuvimos en el castillo. Creo que acabará suponiendo que la información era falsa.
-Tal vez sí… tal vez no… Pero ése no es problema nuestro ahora. Estamos hasta arriba y tenemos que tomar alguna decisión sobre lo que hacemos a continuación.
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