El humvee se detuvo sin motivo aparente. La calzada estaba libre de vehículos y de zombis. Tampoco había ni rastro de vida. Castillo miró al sargento.
-¿Algún problema? –Preguntó poniéndose en guardia y tratando de buscar el motivo de la parada.
-No, casi hemos llegado –respondió el militar en tono serio-. Lo que pasa es que quiero ir seguro en esta zona. Ésa es nuestra salida.
Y señaló una rampa que subía hacia una rotonda.
El policía no había prestado mucha atención hasta entonces sobre dónde se habían detenido. Miró los carteles que indicaban lo que había siguiendo la salida de la autopista que parecía era la que iban a coger. Y las noticias no eran buenas: La base militar General Asensio y el hospital de Son Dureta.
-Lo de los dos cojones te lo has tomado muy literalmente –señaló el policía.
La base General Asensio era el centro de mando de los militares en la isla. Una inmensa base en la que los soldados protagonizaban los desfiles de jura de bandera y en la que se encontraba la mayor parte de los recursos militares de la isla en época de paz. Y el hospital… bueno… era seguro que estaría plagado de zombis. Los hospitales, al contrario de lo que la gente parecía creer eran los primeros lugares que caían y eran abandonados. Estaban llenos de muertos, y repletos de enfermos terminales y indefensos. La plaga se expandía rápidamente en un centro médico si no se controlaba desde el principio.
Y dado que apenas había visto militares tenía la casi total seguridad de que la base militar estaría llena de soldados con el gatillo fácil y atentos a cualquier comportamiento extraño… como el paso de un humvee militar sin informar.
-No pasaremos tan cerca de la base –le tranquilizó el sargento- Y con suerte no tendremos que acercarnos realmente al hospital. Pero el problema serán los alrededores del mismo, puede que los zombis sigan dentro del recinto hospitalario o que, al estar al pie del bosque que lleva al castillo se dirijan al mismo y nos dejen tranquilos.