Afortunadamente para Vázquez la despensa de Castillo estaba llena y mientras los militares revisaban el resto de la casa comprobando que no hubiera más sorpresas zombis el policía se dedicó a cocinar y preparar la comida para todos ellos.
El resto de la casa estaba vacía y no presentó mayores problemas. Cuando acabaron, Castillo todavía estaba cocinando.
-¿Todavía no está? –Preguntó impaciente Vázquez.
-Roma no se construyó en un día –respondió Castillo mientras removía el contenido de una sartén.
-¿Alguna idea de cómo se colaron esos zombis en tu casa? –Preguntó Escobar mientras preparaba la mesa.
Castillo vigilaba las sartenes y los fuegos y no levantó la vista para responder.
-El escenario más plausible podría ser que durante la cabalgata de Reyes el más pequeño se infectara y el resto de la familia no lo supiera y fueran contagiados a su vez cuando éste se transformó.
-O no tuvieron los huevos para hacer lo correcto –intervino Vázquez.
-Ya sabemos que tú te comerías a tu madre y a tus nietos si pudieras –respondió el sargento que se encontraba limpiando cacharros usados para cocinar por Castillo.
-A mi madre la pobre ya no –respondió Vázquez que se sentó y encendió un cigarrillo- que a esa la vendí hace un tiempo.
-Joder, Vázquez, estás enfermo –respondió Escobar.
-A ver, si tú te infectaras no dudaría en hacerte el favor de volarte la cabeza o quemarte, o hacerte pedazos para que no te convirtieras –dijo Vázquez sonriendo- Te ahorraría el sentirte mal por ir por ahí matando a la gente.
-Pero primero asegúrate de que esté realmente muerto –le señaló Escobar algo molesto- Que nos conocemos y eres capaz de meterme una bala en la cabeza por un paquete de cigarrillos.
Vázquez dio una calada a su cigarrillo y pensó en la posible respuesta mientras jugaba con el humo.
-Pues no te voy a decir que no –respondió finalmente- Que depende de las circunstancias. Imagínate que somos los dos últimos hombres sobre el planeta y no quedan más cigarrillos y sólo queda una tía viva… soy muy celoso y el cigarrillo de después del polvo es sagrado…
-Recuérdame que no te de cobijo en mi casa más del tiempo necesario Vázquez-intervino Castillo sonriendo.
-Oh tranquilo, contigo no tendría problemas he visto que no fumas, y sabes cocinar –señaló Vázquez divertido.
-Este… ¿gracias? –Preguntó con cuidado Castillo mientras comenzaba a poner la comida en los platos.
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