Doc pasaba la vista de una pantalla a otra. Aburrido. No pasaba nada. Sólo se veía de vez en cuando a algún vehículo militar circular entre los zombis tratando de no molestarles ni llamar su atención. ¿Cómo podían ser tan cobardes en aquella isla? ¿Es que no querían recuperar su ciudad? ¿Esperaban que la lluvia se llevara sus problemas? Le sacaba de quicio esa actitud complaciente. De vez en cuando veía a alguien asomarse al balcón o a una ventana y mirar a los zombis como el que mira pasar a la gente. ¡Estaban locos aquellos isleños!
Al menos tenía otro entretenimiento. Su cautiva. Hacía un par de días que le había quitado todas las drogas. Ya iba siendo hora de tratar con ella más en serio y dejarse de juegos. Además, estaba aburrido, no pasaba nada interesante. Y no había manera de saber si su segunda fase estaba teniendo éxito o no. Frustrante, esa era la palabra que resumía todo lo que estaba pasando. Tanto poder y no le servía apenas para nada.
Miró de nuevo las imágenes que se veían del centro comercial céntrico de la ciudad, el Corte Inglés, estaba rodeado de zombis. Pero no entraban. Así que seguramente debían de quedar supervivientes en el edificio. ¿Cómo lo habrían conseguido? ¿Seguirían vivos realmente ahí dentro? La cuestión es que si había gente viva podrían sobrevivir, por lo que tenía entendido había un supermercado en el edificio, así que eso se traduciría en una cantidad de víveres abundante. Claro que también dependería de cuánta gente habría dentro. Cuanta más gente menos días de provisiones… era un experimento interesante también. ¿Qué pasaría cuando se les acabaran las mismas? ¿Y si un grupo quería salir? Y él estaba fuera, sin poder saber qué estaba pasando ahí dentro.
Bueno, alguien tendría que soportar su mal humor. Se giró para mirar a Mara que seguía tratando de librarse de sus ataduras sin éxito alguno. Sonrió. Menos valía una piedra.
-¿Qué voy a hacer contigo? –Dijo Doc mientras se acercaba a Mara sonriendo- Hay tantas posibilidades… ¿tienes alguna sugerencia?
-Déjame libre y te mostraré unas cuantas –respondió amenazadoramente Mara.
-No, no, no –respondió Doc mirando a los marines que custodiaban a la prisionera… por si acaso- No queremos que la diversión se acabe tan pronto. No después de tanto tiempo.
-Por mí no habría problema –respondió Mara- Prometo que seré rápida y no te dolerá.
-No sé porqué pero no te creo –respondió Doc llegando a la altura de Mara- De todas maneras, ¿qué harías después? Ya sólo quedas tú. Estarías sola en el mundo. Sin amigos. Perseguida como una fugitiva.
-No te creo –respondió Mara forcejeando con las cintas- Y aunque así fuera, sé cuidarme sola. Seguro que tienes jefes. Ellos serían mi siguiente objetivo.
-Bueno, da igual –dijo Doc seguro de sí mismo mientras cogía una jeringuilla- Ahora lo importante es que no te muevas demasiado. O te dolerá más de lo que tengo intención de que te duela.
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