Mara observaba con resignación las pantallas. En las mismas los zombis estaban atacando con diversa suerte a todas las personas que se iban encontrando por las calles. Era una matanza. Peor que en la plaga anterior. En este caso había sido completamente sin aviso; bajo una falsa seguridad, el día de Reyes, con todo el mundo en las calles con sus hijos, celebrando las fiestas alegremente. Y estaban encontrando muertes horribles. Pero lo que más le extrañaba y le alarmaba eran algunos zombis. Parecían más ágiles, más dinámicos, incluso más inteligentes, y no parecían tener el periodo de incubación típico, sino que daba la sensación que los muertos volvían a la vida con más rapidez, con gran sorpresa para todo el mundo.
Miró a Doc que parecía estar conversando con un soldado y seguramente discutiendo qué hacer con ella. De nuevo le pasó por la cabeza el quitarse la vida. El problema era que no tenía una seguridad de poder hacerlo; el método más rápido era el de tragarse la lengua, pero estaba segura que la podrían revivir… antes de que muriera. Y quién sabía qué experimentos podría tener en su cabeza Doc si ella moría. Respiró hondo pensando que tal vez debería tener paciencia y esperar a una oportunidad.
Seguro que Doc caería en una falsa seguridad mientras la tuviera prisionera. Y tal vez entonces tuviera su oportunidad, sino de matarle sí de escapar de sus manos. Sería difícil. Pero no tenía muchas más opciones.
Doc se acercó a ella finalmente. Con esa risa triunfal que llevaba desde que la había visto por primera vez. Le encantaría borrarle esa sonrisa del rostro.
-Bueno, bueno, bueno, ¿y ahora qué haré contigo? –Dijo Doc teatralmente mientras se hacía el pensativo- ¿Tirarte por la borda? ¿Dejarte libre? Tantas posibilidades y tanto tiempo…
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