Jornada 03. El regreso de los muertos vivientes (10)


Mara se fundió con uno de los numerosos grupos de turistas que había alrededor de la catedral y pasó entre ellos para esquivar a los soldados que se encontraban vigilando la zona. Con cuidado bajó las escaleras que unían la catedral con lo que quedaba de la muralla externa de la ciudad que permitía ver el mar y el parque que había debajo.

Caminó unos metros hacia la derecha y encontró otro parque en el que había varios grupos de niños disfrutando del sol y de los columpios. Miró a su alrededor, los padres vigilaban desde los bancos las actividades de sus hijos así como posibles peligros externos. Se acercó lentamente a uno de los bancos y se sentó sin dejar de mirar a su alrededor de vez en cuando.

¿Hijos tuyos? –preguntó Mara a la persona que había a su lado.

-Por supuesto que no –respondió Gerald negando firmemente con la cabeza-. Nunca le haría eso a una pobre criatura. Traerla a este mundo… y que tuviera que tenerme como padre. No, no, no, no podría ser tan cruel.

Espero que no me digas entonces que estás aquí… mirando niños –dijo Mara alarmada.

Gerald suspiró señalando a un par de niños.

Sobrinos –dijo con cierto tono orgulloso . No se parecen en nada a sus padres. Son listos, despiertos, y no me odian.

¿Y sus padres? -preguntó Mara con cierta curiosidad . ¿Saben ellos que son sobrinos tuyos y sus padres que los tienes tú?

Por supuesto –respondió Gerald indignado por el tono del inetrrogatorio . A veces tienes unas ideas muy enfermizas. Están pasando las vacaciones de Navidad conmigo mientras sus padres disfrutan de las vacaciones… sin ellos. Algo triste si me peguntas, pero bueno, todos felices, así que…

Nunca te vi como alguien a quien le gustaran los críos… aparte de al horno, me refiero –dijo Mara sonriendo.

Hoy estamos graciosillos –respondió en tono de queja Gerald . Bien, ¿Qué haces por aquí? ¿Has decidido rendirte al nuevo régimen y pedir perdón por tus pecados?

Por supuesto –respondió Mara , y he decidido acabar mis días recluyéndome en un monasterio. No, tú me llamaste, yo he acudido. Dijiste que nuestro amigo el doctor estaba por la isla.

Así es –respondió Gerald . Lo dije. Y lo mantengo. No me lo he encontrado, pero he obtenido cierta información que apunta a que está al cargo de un nuevo proyecto. Algo gordo.

¿Y te parece que estando ese loco por medio es seguro traer a tus sobrinos como si nada? –Preguntó Mara incrédula.

Gerald sonrió.

Nunca les pondría en peligro –respondió señalando a varios individuos que estaban por la zona , la mejor seguridad del hotel. Además de mi persona. ¿Qué podría suceder?

Deja un comentario

No hay comentarios aún.

Comments RSS TrackBack Identifier URI

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s