Jornada 02. Las oscuras sombras del poder 2010 (15)


Doc asentía con la cabeza mientras el jefe de la base militar, un tal Piqueras, general o algo así, presumía de lo inexpugnable que habían hecho la base, de las enormes medidas de seguridad que se habían tomado para que nadie supiera lo que ahí arriba pasaba, y de cómo le garantizaba su seguridad siempre que estuviera por ella.

Ciertamente a lo largo de los meses la base había ido cambiando su fisonomía. Lo que antes era un edificio rodeado de una pobre alambrada ahora era… bueno, una base militar de verdad. Soldados entrenándose, vehículos circulando, enormes pantallas desde las que se podía ver la ciudad y sus calles… incluso había lucecitas de esas que nadie sabía qué hacían pero que tan bien quedaban.

Asintió con la cabeza de nuevo ante una nueva explicación del ¿general? eue le estaba mostrando las torretas con ametralladoras que había vigilando el perímetro. Pensó que esa base de secreta no tendría nada, dado que cualquier excursionista podría verla desde la distancia sin problemas… claro, que por lo que había aprendido, la gente de la isla no se metía con lo que hacían los militares, en parte por miedo a que luego no acudieran a su rescate si eran necesarios, en parte por simple apatía de todo. Doc comenzó a elucubrar sobre si la sociedad actual de esa isla se había convertido en una especie de no-vivos. Iban y venían, pero no parecía que hubiera algo que les importara, parecían vivir sus vidas desganados… daba igual. No era su problema.

Parecía que el general ya había acabado su presentación. Mejor. Ahora podría seguir con sus cosas y no estar asintiendo y sonriendo como un imbécil. Se despidió sin darle tiempo a nada y desapareció dentro de uno de los edificios. Ya habían llegado las primeras unidades experimentales. Zombies capturados a saber dónde. Tampoco es que importara su procedencia mientras fueran… funcionales.

Un par de soldados vigilaban a los zombies sin prestar demasiada atención a Doc. Cada uno tenía su trabajo. Y eso era algo que respetaba el científico. Se sentó detrás de un monitor y comenzó a estudiar las cifras que le habían llegado de la prisión. Sonrió. Ya estaban preparados para comenzar la segunda fase del proyecto. Por fin había llegado el momento de poner en marcha su particular proyecto. Se levantó y se dirigió a la pareja de soldados.

-Disculpen, veo que no han instalado ninguna incineradora, ¿Qué harán con los zombies cuando acabemos con ellos? –preguntó inocentemente.

Los soldados se miraron entre sí y se encogieron de hombros.

-Seguramente nos mandarán enterrarlos o llevarlos a la incineradora local –respondió uno de los soldados.

-Espero que no sea incinerarlos –dijo el otro soldado-, la incineradora está en la otra punta de la isla y viajar con un camión repleto de cadáveres… ya es malo que resuciten pero la peste que dejan es… terrible.

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