Pep les saludó con un leve movimiento de cabeza y éstos levantaron las manos alegremente.
-Tío Gerald nos estaba comentando la vez que derrotó a cien zombies de un solo golpe -comentaron todo felices haciendo grandes aspavientos- Y cómo él solo nos salvó del apocalipsis.
Pep miró con cierta curiosidad a Gerald, el cual le puso la mejor de sus sonrisas mientras se encogía de hombros.
Luego, sin dejar que se acercara más a la mesa le llevó un momento aparte, lejos de los curiosos oídos de sus sobrinos que les seguían con sus miradas atentos a cualquier cosa que hicieran o dijeran.
-¿Sucede algo? –preguntó con cierto tono de preocupación en su voz dándole la espalda a sus sobrinos-. Tu personal de seguridad se ha armado hasta los dientes y se ha equipado como si fuera a luchar contra un ejército. ¿Algo que deba saber?
-Al parecer se ha producido una fuga masiva en la cárcel –le explicó Pep en tono calmado y confidencial-. Las informaciones, para variar, son confusas. Mi jefe de seguridad es algo paranoico y teme que se produzca un baño de sangre y eso dé lugar a la aparición de algún zombie.
Gerald asintió con la cabeza comprendiendo la posible gravedad de la situación.
-Bien, bien –dijo algo más calmado-. Buena medida, sensata… pero una fuga el día de la cabalgata de Reyes… Ahora no sé si sacar del hotel a mis sobrinos como tenía previsto para llevarles a verla. No es que sea gran cosa, pero a ellos les hace ilusión así que… he aprendido a no discutir con ellos.
-Tranquilo, no creo que pase nada –le dijo Pep–, hay policía por todas partes y además, según decían en la tele, el ejército también está colaborando. Pero si lo prefiere puedo asignarle una escolta.
Durante unos segundos Gerald estuvo sopesando la posibilidad. No quería alarmar a sus sobrinos, aunque seguro que éstos se lo tomarían más como una aventura al estar acompañados de personas armadas a su alrededor. Pero tampoco quería que eso provocara que tuvieran problemas en la cabalgata…
-Más vale prevenir que curar –dijo finalmente asintiendo con la cabeza-. Mis hermanas no me perdonarían que les pasara algo a sus hijos… Si no es mucha molestia.
Pep le dio una palmadita en la espalda.
-No será ningún problema –dijo sonriendo- Al fin y al cabo es parte de nuestro servicio.
Gerald asintió y le indicó la mesa en la que los niños les estaban observando con mucha atención.
-Una vez solucionado ese pequeño problema y salvado el mundo otra vez, vamos a comer –dijo sonriendo-. Que parece que lo necesitas. Estás en los huesos, hombre, debes cuidarte un poco.
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