-El proyecto ideal de estudio para Doc –dijo Mara con voz resentida y asqueada–, la vida bajo la amenaza zombie. El resurgir de la humanidad.
-De tanto en tanto íbamos mandando refugiados de la base al castillo –continuó Sam-, después de comprobar que eran válidos para la oportunidad y no tenían intenciones ocultas. De esa manera los podíamos tener más a salvo.
Mara estaba furiosa.
-Y mientras tanto Doc… aprovechando el trabajo de los demás y sus sacrificios. Más razón para darse prisa y avisarles. No podemos dejarles en manos de ese carnicero. Cuando se canse de ellos puede que también decida hacerles desaparecer.
El padre Xavier mantenía un semblante de incredulidad.
-Es complicado pensar que exista una persona tan cruel.
-Pues créaselo Xavier –respondió Mara-, existe el mal en la tierra. Y no es sólo una quimera.
Mara volvió su atención a los vehículos y torció el gesto.
-Si estos vehículos son tan buenos como dices… no podemos dejarlos aquí- dijo finalmente mirando a Sam-. Otra gente podría aprovecharse de este descubrimiento en su beneficio, o peor aún, destruirlo para que nunca vea la luz.
Sam se quedó unos instantes en silencio mientras pensaba en las palabras de Mara.
-Es cierto que el mundo estaba al borde del caos por el petróleo –dijo pensativa-, pero pensar en que quisieran silenciar este invento… por dinero, bueno… si lo pienso mejor… es cierto que hay directivos en este negocio que venderían a sus hijos para obtener beneficios.
-Tal vez deberíamos esconder los que no vayamos a usar –sugirió Ortiz-, sería una pena destruir estas obras maestras.
-La cuestión es… ¿y ahora qué? –señaló Sam.
-Debemos abandonar la base inmediatamente –comenzó a pensar en voz alta Mara-, ir al castillo para avisar a la gente y tratar de obtener toda la información que podamos del sargento y de Doc. Y luego… ya veremos.
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