Jornada 11. El final del principio III (IV)


El padre Xavier aprovechó la cercanía de la pared para recostarse.

-Lo cierto es que la gente no sabe qué pensar –dijo finalmente-. No han escuchado tu versión. No te conocen. Y en estos momentos lo que no hay son medios de comunicación. Estaría bien escuchar tu versión de los hechos y así… bueno… tratar de averiguar qué pasó…

Mara se reincorporó inesperadamente del camastro haciendo que el sacerdote se pusiera derecho y dejara de apoyarse en la pared.

-Maldita sea… -dijo Mara con la cara roja de ira– seré estúpida. No puedo quedarme aquí… Debo parar a Doc…

Ortiz y Xavier se miraron confusos.

-Joder… -Mara se puso en pie y comenzó a caminar nerviosa por la celda-. No puedo permitir que Doc vuelva a escaparse… maldito cabrón… todo este tiempo… a mi lado… haciéndose pasar por mi amigo y camarada… sabandija inmunda. Cuando le ponga las manos encima… Pero antes debo salir de aquí.

Mara se acercó a los barrotes de la ventana y los sopesó, luego se acercó a los de la puerta e hizo lo mismo. Desde luego parecían sólidos. Les dio una patada ante la impotencia que sentía en ese momento.

-¿Podrías explicarnos a los profanos quién es Doc y qué está sucediendo? –le interrumpió el sacerdote.

Mara respiró hondo y se acercó a la puerta.

-Doc fue el que destruyó la ciudad –dijo Mara furiosa-. Estaba llevando a cabo un experimento en la ciudad, dejando que los zombies la tomaran… que mataran a sus habitantes…y no trabajaba solo.

Hizo una pausa.

-Cuando el ejercito intervino hizo todo lo que pudo para obstaculizarnos –la voz de Mara se volvió cada vez más tensa-. Dejó morir a mis subordinados, sabía lo que pasaba y jugó con nosotros. Y cuando ya no le divertimos… mandó bombardear la ciudad y no dejar rastro de testigos que pudieran decir lo que había pasado. Mató tanto a los zombies como a la gente que quedaba… fue terrible… Fue entonces cuando perdí la memoria.

Luego se dio un leve golpe en la frente.

-Seguro que fue ese cabrón el que mandó al grupo de mercenarios con el que nos encontramos en la ciudad. Debía de tener miedo de que recuperara la memoria, y como mientras estuviera acompañada o en el castillo no podía hacer nada… aprovechó su oportunidad cuando me separé del grupo.

-No parece que le tengas mucho cariño –señaló el sacerdote.

-Créame Xavier, si alguien merece quemarse en el infierno por el resto de la eternidad ése es Doc. Maldita sea, estaba tan feliz recordando cosas que se me olvidó lo más importante.

-Tal vez si nos explicaras qué fue lo que pasó… tu versión de los hechos –señaló amablemente el padre Xavier- tal vez podríamos comprender mejor las cosas.