En la entrada de la base había varios soldados y civiles tratando de limpiarla. Los dos que estaban de guardia, vigilando que no hubiera zombies vivos entre los restos o se acercaran por sorpresa más zombies, vieron al grupo de Mara y les dieron el alto sin dejar de apuntarles con sus armas.
-¿Capitana Grumpy? -preguntó uno de los soldados mostrándose sorprendido al verla-. Creíamos que estaba muerta…
-Las noticias sobre mi muerte fueron prematuras, y fallidas –respondió Mara-, aunque no será porque no lo han dejado de intentar.
El otro soldado miró a su compañero algo incómodo.
-¿Les conoces? –le preguntó finalmente.
-Es la capitana Grumpy –respondió el primer soldado-. Estaba destinada a esta base antes de que el mundo se volviera loco.
-Da igual, sea quien sea –dijo el otro soldado-, tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie no autorizado.
-¿Y quién decide quién está autorizado? –preguntó Mara algo molesta con el soldado.
Ambos soldados agacharon la cabeza abatidos.
-El general y un civil llamado Henry –respondió el primer soldado finalmente-. Supongo que ahora… bueno, supongo que será cosa del sargento hasta que se decida otra cosa.
Mara se quedó esperando mirando a los soldados. Éstos parecieron captar su mensaje y uno de ellos llamó al sargento a través del walkie que llevaba.
El sargento llegó al cabo de varios minutos a la salida con mala cara. E interrogando con la mirada a los soldados buscando el motivo por el que había sido requerido y apartado de sus otras funciones.
Miró al grupo de recién llegados que estaban al lado de los soldados.
-¿Quiénes son? -preguntó secamente sin ocultar su malestar.
El soldado que había reconocido a Mara tomó la iniciativa.
-Es la capitana Mara Grumpy, sargento –dijo a modo de presentación-. Estaba destinada en la base cuando comenzaron a aparecer los zombies. Su unidad fue asignada a una ciudad cuando no sabíamos nada de zombies y se creía que todo era fruto de altercados violentos.
El sargento miró fijamente a Mara y luego al resto del grupo. Les señaló con un ligero movimiento de la cabeza.
-¿Y quiénes son sus acompañantes?
-Éste es el padre Xavier –comenzó a presentar Mara-, un sacerdote que encontré el otro día que recorría la ciudad cercana matando a los zombies. Y esta otra persona… bueno no sé su nombre, no nos hemos presentado formalmente, pero me ha salvado la vida. Estaba herida y por lo visto tiene conocimientos médicos extensos.
-Así que ninguno de ellos es un… amigo del pasado –dijo el sargento que seguía sin apartar la mirada de la figura de Mara.
-No sé nada de mi unidad –dijo Mara-. Perdí la memoria cuando la ciudad en la que estábamos destinados… desapareció, la he recuperado hace poco… aunque por lo que he visto no sé si… se salvó alguno.
-Bien, creo que he escuchado suficiente –dijo el sargento endureciendo su rostro –soldados, detengan a esta mujer por crímenes contra la humanidad y genocidio.