Jornada 10. El final del principio II (XXVIII)


Los zombies se fueron acercando poco a poco a los jeeps rodeándoles y dejándoles sin salida alguna salvo la de seguir disparando. Pero los no-muertos seguían siendo demasiado numerosos y gracias a su superior número pudieron comenzar a arrastrar a la gente que había en los jeeps hacia ellos para matarlos y destrozarlos.

En un momento determinado la persona que Mara creía conocer fue agarrada por los zombies y no pudo evitar ponerse en pie como un resorte.

-¡General! –gritó.

Instantes después el grupo de zombies que había agarrado al general quedó hecho pedazos fruto a una explosión que se había producido en la zona.

Mara no pudo resistirlo más, notó cómo primero sus piernas le fallaban y luego perdía la consciencia.

El padre Xavier gritó su nombre alarmado mientras sus gritos llamaban la atención de su acompañante que se acercó lentamente.

-Sólo se ha desmayado –dijo el buen samaritano-. El shock unido a la pérdida de sangre y el cansancio finalmente le han pasado factura. Debo decir que ha durado más de lo que esperaba. Es algo fascinante el cuerpo humano, ¿verdad?

El padre Xavier no sabía cómo tomarse esas palabras exactamente. Aunque el tono que había usado la otra persona era completamente neutro casi parecía estar disfrutando con todo lo que estaba pasando. El sacerdote negó con la cabeza tratándose de quitarse esos pensamientos de la cabeza. ¿Quién podría disfrutar con todo eso?

Las siguientes horas pasaron lentamente para el padre Xavier. Pasaba el tiempo velando a Mara y rezando por los muertos en la base militar. Nadie de los que habían estado en los jeeps se había salvado y todos habían acabado muertos. Y después de aquello los jeeps habían explotado. ¿Lo habrían hecho aposta para impedir que sus compañeros corrieran la misma suerte que los invasores?

El sacerdote no podía apartar la mirada apenas un rato de lo que pasaba en la base. Estaba asistiendo en primera fila al posible final de un emplazamiento de seres vivos. ¿Habría alguna posibilidad para los humanos? Si una base militar no había podido resistir el avance de los no-muertos, ¿Qué posibilidad podía tener un grupo de ciieles?

De repente un estruendoso ruido comenzó a escucharse y los zombies que había en el exterior de la base comenzaron a ser destrozados por las explosiones.

Mara abrió los ojos, despertada por el ruido lejano que iba creciendo. Se incorporó con ayuda del sacerdote y, desde la lejanía, vio cómo unos tanques aparecían en el horizonte para, posteriormente, entrar brevemente en la base militar, pasar por encima de los zombies y no dejar ninguno suelto. Mientras tanto los soldados se afanaban en acabar con los pocos que quedaban dentro de los edificios.

Mara decidió que era el momento de volver a casa. Y saber cómo estaba el mundo del se había ausentado.

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