Jornada 10. El final del principio II (XXIV)


Las imágenes iban y venían. Breves flashes de cosas incongruentes y sin sentido. Un árbol. Un incendio. Un GRAN incendio. Mucha gente muriendo. Gente muerta levantándose y caminando. Edificios que se caían. Un columpio. Doc, otro Doc que no era Doc pero era Doc. Barras y estrellas. Disparos. Explosiones.

Mara sabía que estaba soñando pero no conseguía saber el qué o interpretar las imágenes que parecían ir demasiado rápido para poder centrarse en ellas. Era frustrante. Estaban tan cercas… pero cada vez que alargaba la mano para tocarlas, éstas se alejaban, o se disolvían.

Cerró los puños y entonces se fijó que estaba flotando. Pero el líquido que la envolvía no era agua. Era sangre. Levantó una mano y vio que todo el brazo estaba rojo, chorreando sangre, miró a su alrededor. Le rodeaba la sangre. Intentó gritar, pero comenzó a vomitar sangre. Comenzaba a notar cómo su cuerpo se hundía en el líquido rojizo. No podía hacer nada por más que moviera los brazos.

Cerró los ojos. Contó hasta diez y volvió a abrirlos lentamente.

Ahora estaba en un prado, a lo lejos había una casa. Comenzó a caminar hacia ella y al cabo de ¿unos instantes? se encontró debajo de un árbol. Había un columpio medio colgado. Una de las cuerdas parecía subir y bajar. Dirigió la mirada hacia la rama de la que colgaba el columpio. Una niña estaba encaramada a una rama tratando de atar la cuerda del columpio. Vio a Mara y sonrió. Bajó de un salto y aterrizó justo delante de ella.

-Vaya –dijo mirando de arriba abajo a Mara-. Si que voy a crecer…

-¿Perdona? –dijo Mara algo confusa- ¿nos conocemos?

-Oh bueno, puede que me hayas olvidado –dijo sonriendo la niña-, pero volverás a recordar… aunque no te gustará lo que recuerdes.

-¿Tú eres yo?

-No, tú eres tú, yo soy yo, y ambas somos una –dijo la niña que seguía sonriendo-, estás gravemente herida. Pero confío en que te recuperes. Todavía nos quedan muchas cosas por hacer.

-Pero… no recuerdo nada.

La expresión de la niña se entristeció.

-Hay cosas que más valdrían no ser recordadas –los ojos de la pequeña comenzaron a humedecerse-. Pero supongo que sin esos recuerdos no seriamos… nosotras… Mara Grumpy. Y creo que ahora tendrías que recuperar el conocimiento.

Mara alargó el brazo para tratar de coger a la niña que comenzaba a desaparecer. De repente notó un gran dolor y sus ojos se abrieron. Se había incorporado. Y el dolor que sentía parecía que era real. Miró a su alrededor.

Vio al padre Xavier acercarse a ella rápidamente. Estaba tumbada en un sillón. Con venas en varias partes de su cuerpo. A su lado había otro hombre que no conocía… o recordaba, muchas gasas y trapos manchados de sangre a su alrededor en el suelo. Sonriendo. Una sonrisa acompañada por unos ojos… fríos, casi inexpresivos.

-¿Te encuentras bien Mara? –preguntó el padre Xavier acercándose más.

Mara se quedó unos instantes en silencio. Recolectando sus pensamientos.

-Creo… que recuerdo… cosas –dijo Mara lentamente- Pero todo es muy confuso. ¿Qué me ha pasado?

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