Los gritos del interior del edificio llamaron la atención de Sam.
Rápidamente cogió su arma y bajó las escaleras que comunicaban el tejado con el interior. Era un desastre. Los zombies habían entrado en el edificio y habían pillado a todos desprevenidos.
Miró alrededor mientras corría hacia las escaleras que llevaban al primer piso buscando el cómo habían invadido el interior. El edificio era uno de los talleres donde los tanques eran reparados y consistía básicamente en una zona inferior casi vacía en esos momentos, con un primer piso que ocupaba únicamente una pequeña parte del mismo dedicado a oficinas y zona de descanso y diversas pasarelas y vigas que recorrían el interior desde cierta altura que eran usadas levantar y para transportar maquinaria pesada de los tanques de un lado a otro del edificio.
La mayoría de la gente se encontraba ahora corriendo de un lado para otro en la planta baja. Histérica. Sin saber qué hacer. Los pocos soldados que había en el interior hacían lo que podían para mantener a raya a los zombies pero la gente corriendo de un lado para otro no ayudaba precisamente.
Sam indicó a varios soldados que estaban disparando desde el primer piso que le acompañaran mientras trataba de gritar las órdenes. Comenzó a bajar rápidamente las escaleras que comunicaban con la planta baja y vio el sitio por el que estaban entrando los zombies.
La explosión de los jeeps había debilitado las paredes del edificio y varios zombies habían entrado por un agujero que se había formado.
Además, por lo que podía ver la misma explosión había disparado zombies a través de los enormes ventanales del edificio permitiéndoles la entrada y rodeando de alguna manera a la gente que creía estar a salvo en el interior.
Nada más llegar a la planta baja ordenó a los soldados que comenzaran a evacuar a los civiles hacia la primera planta y el tejado. Debían abandonar enseguida esa zona que seguramente se llenaría de zombies en poco tiempo.
Sam trataba de hacerse escuchar gritando pero entre los disparos y el griterío de la masa era casi imposible. Afortunadamente los soldados comenzaron a captar la idea y señalaron hacia las escaleras mientras vigilaban que ningún zombie se acercara a las mismas y subiera al primer piso. Fue entonces cuando surgió un nuevo problema: la gente comenzó a agolparse en las escaleras tratando de ponerse a salvo sin tener en cuenta a los demás.
Era el sálvese quien pueda. Y los soldados se veían desbordados por la marea humana que quería ponerse a salvo tratando de subir por unas escaleras que no estaban diseñadas para que subieran más de dos personas a la vez.
Y mientras tanto los zombies comenzaban a asomarse por el agujero de la pared atraídos por los gritos de la gente y por los disparos de los soldados.