Jornada 10. El final del principio II (XV)


Un movimiento de tenaza. Simple pero mortal. Los zombies avanzaban por todas partes. Y los de los laterales amenazaban con rodearles y atacarles por detrás. Ahora que prestaba atención a su alrededor se daba cuenta de que los soldados de los tejados habían tratado de avisarle pero con el ruido que había y lo concentrado que estaba le había sido imposible darse cuenta.

Una vez más dio la orden.

-Todos los que no estén encima de un jeep que abandonen su puesto. Les cubriremos desde los jeeps.

Ningún soldado dejó de disparar y al general le inundó una sensación agridulce viendo la lealtad de sus soldados y su profesionalidad.

-No deben seguir aquí –insistió-. ¡Es una orden! Deben proteger a los civiles.

Esta vez los soldados se miraron unos a otros y comenzaron a abandonar su posición mientras los zombies comenzaban a cerrar su tenaza acercándose por detrás a los jeeps. Algunas de las ametralladoras de los jeeps comenzaron a disparar para cubrir a sus compañeros que también se encontraban disparando mientras corrían para impedir que los zombies les cortaran la retirada.

Los zombies casi estaban ya a la altura de los jeeps cuando el último de los soldados alcanzó uno de los almacenes y la puerta se cerró detrás de él. Los jeeps estaban rodeados pero a pesar de eso seguían disparando, tratando de reducir el número de atacantes e intentando ganar tiempo hasta que los tanques o la ayuda de otro sitio llegara.

Ésa era la única esperanza real. Que llegara ayuda desde el exterior.

El general miró a su alrededor. Parecía que los zombies habían dejado de caer por la verja exterior. O simplemente es que no cabían más. No era fácil saberlo. Fue entonces cuando notó una mano agarrándole el tobillo. Movió la pierna. Giró la ametralladora y disparó a ras de su jeep acabando con varios zombies.

Pero un par de manos más agarraron su tobillo otra vez. Esta vez con más fuerza. Cuando el general se giró para disparar su arma notó que otras manos le agarraban del otro tobillo haciendo que perdiera el equilibrio.

Notó cómo era arrastrado fuera del jeep y era rodeado por un grupo de zombies cuyos brazos se alargaban para cogerle.

Henry escuchó una explosión cercana. Se giró para ver un humo negro ascendiendo de un pequeño círculo, prueba de una pequeña explosión. El general Smith no estaba encima de su jeep, y el ingeniero se imaginó lo que había ocurrido mientras miraba la granada sin seguro que tenía en su mano. El general había perdido la vida llevándose con él a todos los enemigos que había podido.

Los zombies comenzaban a empujar los jeeps y los soldados iban perdiendo el equilibrio y cayendo en manos de los no-muertos. Poco a poco el ruido de las ametralladoras fue cesando. Era cuestión de tiempo que Henry también cayera en sus manos. Pero mientras tanto trataría de llevarse a tantos como pudiera.

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