El general ordenó a un pelotón que se preparara. Los soldados se acercaron a las verjas delanteras con las armas preparadas.
-Ya sabéis lo que tenéis que hacer –dijo el general comprobando su fusil de asalto-. Disparos certeros a la cabeza hasta que se acaben las balas.
Luego activó el walkie.
-Ametralladoras preparadas para cubrir nuestro repliegue de ser necesario.
Desde los tejados cercanos varios soldados dieron el ok levantando el pulgar hacia arriba.
Detrás de los soldados con los fusiles de asalto había otros armados con escopetas listos para usarlas si los zombies pasaban las verjas.
Henry era uno de los que llevaban escopetas. Nunca se había caracterizado precisamente por ser un buen tirador, y ahora veía de cerca a esas malditas criaturas que no dejaban de avanzar a pesar de las bajas que estaban sufriendo a manos de los morteros que no paraban de disparar.
Los primeros zombies llegaron a la altura de las verjas y el general miró al ingeniero y asintió. Éste activó su walkie.
-Activad el generador.
Los zombies comenzaron a agarrar la verja tratando de pasar por ella sin éxito. Unos segundos después comenzaban a moverse como si tuvieran un ataque de epilepsia. Las manos comenzaban a humear, pero los zombies seguían agarrándose a las verjas como si la electricidad que estaba quemando su piel y pasaba a través de su cuerpo no estuviera ahí.