Jornada 10. El final del principio II (I)


Henry estaba tomando el desayuno con el general. Éste había regresado hacía unas horas de uno de sus viajes y estaba siendo puesto al día.

Incluyendo el episodio de los helicópteros fantasmas.

-Nunca había oído hablar de helicópteros invisibles al radar –estaba diciendo el general mientras bebía un vaso de zumo.

-Cuando lo comenté con Gerald propuso una teoría algo… incoherente –dijo Henry-. Al parecer proponía que nuestros sistemas estaban infectados por un virus que hacía que el radar ignorara las señales emitidas por los helicópteros, de manera que los ignoraba.

-¿Un virus? ¿Cómo la gripe? –preguntó el general escéptico, poco dado desde siempre a la informática-. ¿Los ordenadores se pueden poner enfermos? Lo próximo qué será, ¿ordenadores zombies?

-Bueno, era esa teoría o que estaban emitiendo una señal que hacía que el ordenador creyera que ahí no había nada –añadió Henry-. No sé cuál es más descabellada, pero… la cuestión es que no pudimos detectar esos helicópteros.

-¿Y qué sabemos de los mismos? –el general preguntaba entre bocado y bocado.

-Transporte de tropas y escoltas –respondió Henry- por lo que sabemos siguen en las inmediaciones de la ciudad. Nadie los ha visto regresar.
>>Claro que podría seguir que hubieran vuelto por otro camino.

-¿Y su misión?

-No lo sabemos –respondió Henry-. Desde recoger a un contacto hasta recolectar especímenes, una misión de entrenamiento… no hay manera de saberlo. No teníamos gente en la zona por la que se les vio desaparecer.

-¿Y no hay nada por los canales oficiales?

-Hemos preguntado. Pero nadie sabe nada. Son fantasmas –respondió Henry quedándose en silencio.

El general continuaba devorando su desayuno cuando un soldado apareció corriendo y se cuadró de forma acelerada.

-Zombies, general.

El general miró a Henry que estaba tan perdido como el militar. ¿A qué se debía de estar refiriendo? A lo mejor se acababa de enterar que el mundo se había ido al garete.

-Los zombies vienen hacia la base general –insistió ante la pasividad aparente de quienes tenía frente a él-. ¡¡A miles!!

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