Mara, que todavía no era consciente del peligro que se cernía sobre ella se acercó a otra caja que parecía estar intacta. La etiqueta indicaba que contenía cajas de munición. La abrió y se le iluminó el rostro. Efectivamente, la caja contenía a su vez una gran cantidad de cajas de cartuchos. No era la munición que ella necesitaba para sus armas, pero seguramente más de uno se alegraría por su descubrimiento, entre ellos Doc que siempre iba con su escopeta a todas partes.
Dejó su fusil de asalto en el suelo para comprobar el interior de las cajas de cartuchos y asegurarse de que ni estaban vacías ni estaba estropeado el material del interior. Cogió una de las cajas al azar y la abrió cogiendo un par de los cartuchos. Los miró y revisó. No parecían estar rotos ni en mal estado. Bueno, al menos este viaje habría servido de algo.
Fue entonces cuando escuchó un ruido detrás de ella. Demasiado cerca de ella. Cuando quiso darse cuenta tenía un zombie detrás suya y sin tiempo para coger su fusil de asalto y disparar; optó por su arma de mano pero cuando la alzó para disparar el zombie ya estaba encima de ella y a pesar de apretar el gatillo varias veces sólo consiguió agujerearle el estómago.
Trató de apuntar más alto pero el zombie ya estaba alargando un brazo para alcanzarla. No tenía tiempo. Lo esquivó a duras penas perdiendo el equilibrio en el proceso y golpeándose la mano contra una columna, el golpe la obligó a soltar la pistola.
El zombie se giró para tratar de cogerla de nuevo. El arma había resbalado por el suelo unos metros y estaba fuera de su alcance. Miró rápidamente a su alrededor y vio que su única opción era retroceder hasta el pequeño armario que había en la sala. Retrocedió sin darle la espalda al no-muerto que trataba una y otra vez de alcanzarla con sus brazos aunque sin demasiado éxito. Demasiado lento ahora que ella estaba preparada. El problema era que estaba desarmada y entraba en un callejón muy pequeño sin salida.
Y ahí seguía. Dentro del hueco entre un falso techo y el techo de verdad que parecía demasiado duro como abrirse paso. Mara ahogó un grito de dolor al volver a mover el cuerpo. Había podido parar temporalmente la hemorragia. Pero no sabía por cuánto tiempo. Ni cuánta sangre habría perdido. El zombie seguía debajo de ella alzando los brazos tratando de alcanzarla. Sin mucho éxito por suerte. ¿No se podría aburrir e irse?
Fue entonces cuando vio cómo el zombie de repente parecía perder todo interés por ella.
Éste se giró y bajó los brazos. Parecía que algo le había llamado la atención. Unos segundos después escuchaba un atronador ruido y la cabeza del zombie había desaparecido de encima de sus hombros. El cuerpo cayó primero sobre sus rodillas y luego al suelo. Alguien lo había matado.
-Hola, ¿hay alguien ahí? –preguntó una voz con tono amable.
Mara se asomó por el agujero lentamente para estudiar el recién llegado.
-Soy el padre Xavier, ¿puedo ayudarte en algo hija mía? –preguntó el sacerdote con un tono más alegre al ver una persona viva.
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Ese Xavier es un maestro