Mara entró lentamente en la armería, sin prisas, tenía todo el tiempo del mundo. Y no quería ser sorprendida por un zombie que saliera de repente de alguna esquina oscura. Intentó escuchar pero el viento que se había levantado en la calle creaba falsos ruidos y no había manera de saber si estaba sola o no.
Avanzó lentamente por la tienda. La mayoría de los estantes estaban vacíos. Algo lógico en realidad. Tampoco tenía muchas esperanzas de encontrar algo de utilidad, pero siempre podía tener suerte. Miró detrás del mostrador. Nada. Lo más curioso era ver cómo alguien había abierto la caja registradora que estaba vacía, y lo mismo pasaba con una caja fuerte que había debajo de la misma. A pesar de todo, mirando entre papeles que había por el suelo encontró unas llaves que se guardó. Podrían ser de utilidad. Los estantes detrás del mostrador tenían los cristales rotos y aparte de cajas vacías de munición no había nada de interés.
Miró hacia una puerta que había en la parte de atrás de la tienda.
Parecía estar intacta. Se acercó a ella lentamente, con todo el cuidado del mundo. Trato de abrirla sin suerte. Pasó la mano por encima de la superficie de la misma y la tocó con sus nudillos en varios sitios. La puerta parecía estar reforzada. Definitivamente ahí detrás podría haber algo. El marco de la puerta parecía haber recibido intentos de ser forzada pero quien fuera que lo había intentado no había tenido mucho éxito.
Sacó las llaves que había recogido con anterioridad y las fue probando. Una de ellas se introdujo sin problemas en la cerradura y la giró. Ya sólo le quedaba abrir dos cerraduras más.
Tras muchos intentos consiguió descubrir las dos llaves que abrían las cerraduras. El interior parecía estar oscuro y olía a humedad. No había manera de saber si ahí había muerto alguien. Iluminó la estancia con su linterna. Pasó la luz por cada rincón de la habitación pero no parecía haber problemas a la vista. Entró lentamente esperando que detrás de cada sombra saltara una amenaza. Pero éstas parecían haberse tomado unas vacaciones.
Miró a su alrededor. En la habitación vio un de puertas más y diversas cajas de cartón que mostraban signos de humedad. Abrió la primera puerta que conducía a una mini habitación que seguramente se usaba para guardar los trastos de la limpieza aunque en aquel momento no contenía nada.
La otra puerta llevaba a unas escaleras que subían al piso superior y al inferior. Seguramente un sótano. Decidió quedarse en la planta abaja por ahora. El viento comenzaba a soplar realmente fuerte dado que escuchaba ventanas en la calle dar golpes contra la fachada.
Miró las cajas pero la mayoría estaban vacías. Las etiquetas indicaban que contenían chalecos de cazador, utensilios de camping y cosas por el estilo, una de las cajas contenía diversas latas de carne envasada.
Dejó la mochila en el suelo y cogió un par de latas para ponerlas dentro. Ya volvería otro día a por el resto.
El ruido de las ventanas golpeando contra las fachadas de los edificios y el que hacía el aire al colarse comenzaba a ser estresante. Ese ruido fue el que impidió que Mara escuchara al zombie que acababa de entrar por la puerta de las escaleras.
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