Mara estaba tan concentrada estudiando al recién llegado y debatiéndose con su cuerpo que no quería obedecerla que no se fijó que de uno de los probadores salía una chica semidesnuda que tenía el cuello casi colgando debido a que le faltaba más de la mitad del mismo.
Se acercó a Mara y levantó uno de sus brazos hasta tocar sus hombros. Ésta dio un pequeño salto asustada ante la nueva presencia y al verla gritó. Los brazos de la zombie querían agarrarla pero el movimiento continuo de su cabeza debido a la falta de apoyo en el cuello hacía que sus movimientos fueran fallidos. De alguna manera consiguió agarrar la cadena que llevaba Mara colgada del cuello.
Ésta intentó alejarse de la chica pero notó que no podía debido a la cadena que llevaba alrededor del cuello. Hizo más fuerza pero no parecía poder conseguir que el zombie dejara ir la cadena. Tras un tercer intento la cadena cedió, y la gravedad hizo su trabajo. Mara había estado haciendo fuerza en contra y al liberarse de la cadena esa fuerza hizo que perdiera el equilibrio y saliera despedida hacia atrás cayendo sobre uno de los mostradores de ropa que había.
El entrenamiento que no recordaba actuó y, mientras recuperaba el equilibrio apoyándose sobre el mostrador, lo tiró para ponerlo entre ella y el zombie de la joven. Mientras tanto, el otro zombie que había entrado en la tienda había estado observando todo el movimiento e intentaba cambiar de rumbo para acercarse a Mara, pero los colgadores de ropa que había por la tienda dificultaban sobremanera su tarea.
Mara había comenzado a respirar dificultosamente. Estaba de pie en medio de la tienda viendo cómo dos “personas” parecían querer hacerle daño y ella no sabía el motivo. Sólo sabía que algo en su interior le decía que tenía que salir de ahí rápidamente pero no sabía cómo. La puerta no era una opción dado que el primer zombie que había aparecido le cortaba el camino y no podía retroceder al interior de la tienda dado que ese camino se lo cortaba el segundo zombie.
Miró a su alrededor y sin pensárselo dos veces corrió entre los mostradores de ropa para coger impulso y dar un salto cerrando los ojos y poniendo los codos por delante de su cara. Escuchó el ruido del cristal del escaparate rompiéndose ante el contacto de sus codos y cuando abrió los ojos de nuevo se encontraba de nuevo en medio de la carretera de pie observando la tienda desde fuera, y sangrando por numerosas heridas aunque ninguna de importancia.
¿Cómo había podido hacer eso? Todo era muy confuso, pero decidió que lo mejor era hacer caso a su voz interior y salir corriendo del pueblo alejándose de esas criaturas. Al menos ahora iba vestida y sólo tenía que preocuparse de quitarse ese desagradable olor a quemado.
Mientras seguía caminando en busca de alguna pista que le condujera a saber quién era el espía y por qué les espiaba se dio cuenta de lo poco que realmente había avanzado desde ese primer día. Seguía en la misma situación. No sabía quién era, de dónde venía ni nada, era muy frustrante. Pero al menos ahora tenía compañeros y amigos que se preocupaban por ella y en los que podía confiar. Como Doc.
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