Durante las siguientes horas la capitana Grumpy se dedicó a ir y venir de su tienda a la tienda de comunicaciones, pensando que con su presencia la evacuación sería más rápida. Pero no era así. Se había acelerado. Pero las cifras no encajaban. ¿Qué debía hacer? ¿Salvar a sus soldados a costa de la muerte de civiles inocentes? ¿Sacrificarlos?
La ira que sentía por la posición en la que la habían colocado aumentaba cada hora. Y no conseguía tener una respuesta preparada. ¿Quién era ella para decidir quién vivía o quién moría? ¿Quién era más importante? ¿Un soldado o un civil? Por un lado, si al final había una guerra contra los zombies todos los soldados serían necesarios. Pero, ¿y si entre los civiles que abandonaba se encontraba aquel que podría descubrir un método para matar a los zombies?
Miró su reloj, quedaban unas tres horas y media para el límite que ella había marcado basado en su conversación con el doctor. Entró una vez más en la tienda. Los soldados, ya acostumbrados a sus idas y venidas, no le hicieron caso y continuaron con su trabajo, tratando de coordinar el desplazamiento de miles de personas.
Cuando se acercó al teniente para solicitarle el último informe de la situación se empezaron a escuchar disparos cercanos. Todos levantaron las cabezas al escuchar los tiros. La capitana Grumpy mirando al teniente esperó una respuesta.
-Que alguien informe –ordenó el teniente. Uno de los operadores apretó un botón y se empezó a escuchar por los altavoces la conversación con una de las unidades.
-Hay zombies en el edificio, repito, hay zombies en el edificio, nos están atacando.
-¿Dónde está la unidad? –preguntó la capitana acercándose al operador de radio.
-En uno de los edificios que debían ser demolidos –respondió rápidamente el soldado.
-Que evacuen el edificio –ordenó la capitana-. Manden una unidad adicional para cubrirles la retirada. Y prepare unidades adicionales para el resto de edificios.
-Están atacando a uno de los zapadores -se continuó escuchando por los altavoces–. Dios mío, tiene uno de los detonadores en la mano.
Unos segundos después se escuchó una explosión y una fuerte ráfaga de viento hizo temblar la tienda, mientras la capitana Grumpy se dirigía a la salida comenzó a dar órdenes.
-Que el resto de unidades abandonen los edificios, ordenen la evacuación. Nos marchamos. Que alguien vaya a buscar al doctor.
La capitana Grumpy salió de la tienda y dirigió su mirada al origen de la explosión. Una nube de polvo impedía ver el estado del edificio y comenzaba a acercarse a su posición.
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