Jornada 6. Él. “El fin de los días Parte II” (V) Por JD


Henry contempló durante unos segundos el mapa en la pantalla perdido en sus pensamientos. Luego suspiró.
-África es una incógnita -y continuó hablando-. Está casi apartada del resto del mundo gracias al canal de Suez. Su población está muy desperdigada, salvo en las zonas costeras, tiene grandes desiertos, grandes junglas… es un lugar inhóspito en su mayor parte, y aunque hay superpoblación en algunos puntos… ese continente parece que seguirá siendo tan misterioso como hasta ahora. No creo que tengamos medios para saber qué está pasando ahí excepto alguna esporádica incursión militar o vuelos de vigilancia.

-Europa es un caso especial –siguió Henry-, quiero decir, tenemos Gibraltar, Mónaco, San Marino, o Bélgica que tienen una densidad de población extraordinariamente alta, pero cuya población en sí no es excesivamente alta, por lo que con suerte se podría cortar de raíz la epidemia, todo depende del factor suerte en este caso y la coordinación de medios.

El general se quedó pensativo viendo el panorama dantesco que había planteado Henry.
-Siempre podemos usar bombas de neutrones -dijo finalmente mirando el mapa.

La expresión de Henry cuando el general pronunció esas palabras era muy clara, -¿Está loco?

Smith miró con cierta desaprobación a Henry.
-Las bombas de neutrones nos permitirían limpiar las ciudades de esos bichos sin que eso afectara a los edificios. Sería una solución limpia y rápida.

-¿Y los supervivientes que no han caído? -preguntó Henry alarmado-. Además, las bombas N tienen unos efectos secundarios devastadores, la transmutación del metal, el envenenamiento de las aguas… no sólo mataríamos a los zombies, sino toda la vida. ¡TODA!

El general parecía estar molesto con la actitud de su amigo.
-Es sólo una propuesta, nada más, pero piensa en la de vidas que podríamos salvar a cambio de… ¿cómo sabemos siquiera que hay supervivientes? Tú mismo lo has dicho, la India podría ser un peligro para el planeta. Y si usáramos una bomba N en esa zona… no creo que nadie llorara demasiado por que les hubiéramos salvado el culo.

-Por esto dejé el servicio militar -respondió Henry sin acabar de creerse el estar escuchando aquellas palabras de su viejo amigo-. De cualquier otro general podría esperar algo así, es muy fácil apretar unos botones y dar órdenes a distancia sabiendo que la sangre no le salpicará a uno… pero usted… ha vivido los horrores del combate, ¿cómo puede siquiera sugerir algo así?

-Justamente porque soy un militar -respondió Smith duramente-, porque he jurado defender a mi país contra cualquier enemigo, interno o externo, al coste que sea, y si para eso he de volatilizar a toda la India, puedes estar seguro que lo haré. Claro, que primero tendría que hacerme con una de esas bombas…
>>Además -continuó el general-, ¿qué propones? ¿Que nos mudemos a Alaska, Groenlandia, Rusia, Canadá y esos pastos? Lo siento pero no me gusta el frío.

Cuando Henry iba a responder el soldado que había seguido atento toda la conversación los interrumpió.
-General, mensaje de la patrulla, han encontrado el cuerpo sin vida de Cazador, degollado, y con la cuenca de los ojos vacíos; solicitan instrucciones.

Henry y Smith se miraron dejando de lado la discusión que habían tenido hacía un momento, había que centrarse en el presente. El general respondió sin inmutarse,
-Que se aseguren que sigue muerto y que traigan de vuelta el cadáver.

Henry notó cierto dolor en la orden del general; uno nunca se acostumbraba a perder a gente bajo su mando. Lo que le extrañaba era el ensañamiento con el cadáver… Una cosa era cortarle el cuello para matarle, pero ¿quitarle los ojos? ¿Sería posible que el grupo de Brown le hubiera descubierto y fuera un aviso? La mirada del general denotaba que alguien pagaría por esa muerte, pero Henry tenía miedo que fueran las personas equivocadas las que lo hicieran.