Diarios de la Primera Plaga (del diario de Doc). Por J.D. (VII)


Hasta que no comencé a beber agua no noté lo seca que tenía la garganta. Las cosas de las que no te das cuenta cuando estás centrado en algo.

Me encontraba en las mazmorras, o el despacho de G, quien decía que el fresco de las mismas le iba bien a los ordenadores, y que gracias a Dios no había la suficiente humedad como para afectar a sus equipos.

Le expliqué detenidamente lo que nos había pasado desde que salimos del castillo. Él iba introduciendo la información en sus ordenadores y veía una de sus pantallas traseras que mostraba un mapa de la zona cómo se iba llenando de puntos rojos y pequeños comentarios. Cuando llegué a la parte del espía fue cuando dejó de teclear momentáneamente, tratando de sopesar la información y calculando las posibilidades. Me indicó que parara mi informe un momento y se comunicó por la radio con Steve, nuestro jefe de exploradores, en ese momento; además del grupo de Mara había tres grupos fuera. Miró el mapa, le dio las coordenadas aproximadas donde deberían estar los grupos si seguían el plan y le indicó que mandara urgentemente mensajeros para comunicar a los grupos que no se acercaran al castillo si tenían a algún recién llegado entre sus filas.

Asentí con mi aprobación. Al fin y al cabo ésa era la idea que tenía en mente cuando decidimos volver al castillo. Avisar al resto de grupos para no dar a conocer el lugar a nuevos extraños.

La voz en la radio dio su aprobación, y pude imaginármelo dando órdenes rápidamente.

Supongo que usarían los caballos. Rápidos, seguros, no contaminantes, y silenciosos. La verdad es que los equinos eran un tesoro. Al contrario de lo que la gente se cree, conseguir caballos en un mundo post-apocalíptico es complicado, normalmente los caballos domesticados suelen caer en manos de los zombies al estar encerrados en sus cuadras. Y nadie tenía ni idea de cómo domesticar caballos salvajes… en caso de encontrarlos. Pero el caso es que habíamos conseguido varios caballos que cuidábamos como oro en paño.

Gerardo me indicó que siguiera. Le informé de la granja y de nuestro encuentro con los zombies y la muerte de cinco de nuestros compañeros. En el mapa aparecieron varias cruces en la zona donde debía estar la granja. Y la marcó además como zona de interés a investigar. Una granja siempre contaba con utensilios necesarios, además tenía la tierra preparada para cultivo, y ésa era una buena razón para echarle un buen vistazo.

Acabé el relato con mi llegada al castillo y nuestro informático favorito suspiró. No sé si de alivio o de sorpresa por lo contado. Durante unos minutos estuvo revisando el informe, añadiendo anotaciones y haciéndome alguna pregunta sobre el comportamiento del recién llegado, la información que le proporcionamos y si había podido dar cuenta de nuestra existencia.

La mayoría de mis respuestas eran negativas, creía que todos habíamos cumplido con el protocolo de seguridad y que no se había filtrado información vital, pero no estaba seguro. Además cinco de los nuestros habían muerto y no había manera hasta leer sus entradas en sus diarios -y si lo habían indicado- de saber si le habían dicho algo al extraño o no. Después de mí le tocaría al resto de mi equipo: dar su informe, contestar a las preguntas y comprobar si existía peligro.

Y la cara de Gerardo no era precisamente de felicidad. Me despedí de él y me fui a duchar, cenar y dormir. Necesitaba un descanso. Al día siguiente necesitaba estar fresco para continuar con el resto de mi vida.

 

Aunque creas que las manchas de sangre son decorativas, no es así. Pero tranquilo, que no te contagiarás de nada por tocarlas… soy médico, puedes confiar en mí.

(Fin de la Jornada 2)

Deja un comentario

No hay comentarios aún.

Comments RSS TrackBack Identifier URI

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s